El ajedrez. Un caso delicado

Hay cosas sobre las que se discute y otras sobre las que se pasa de puntillas, proque la excepción npo confirma la regla, sino que la debilita.

A lo mejor con estas historias de la igualdad nos hemos pasado de frenada sin darnos cuenta, o quizás queden cosas por discutir y lo mejor sea mira4r para otro lado, antes de que alguna horda levantisca se nos lance a la yugular.


El caso, amigos, es que yo puedo comprender que se reconozcan las diferencias físicas entre hombres y mujeres, y que existan categorías separadas, masculina y femenina para el tenis, el atletismo y otros muchos deportes donde la fuerza física, la masa muscular y esa clase de consideraciones fisiológicas de músculo, hueso y tendón son de primera importancia.

¿Pero por qué hay Federación Femenina de Ajedrez? , ¿cómo se justifica su existencia?

¿Acaso alguien piensa que la capacidad intelectual de las mujeres o su poder de abstracción es menor y necesitan una categoría aparte? No lo dicen, por supuesto, pero el caso es que la hay, y el caso es que los títulos de ajedrez llevan a veces una W delante para indicar que WGM es una gran maestra.

Quizás fuese el momento de acabar con este anacronismo (lo que sería muy malo para el ajedrez femenino, porque por la razón que sea no logran competir a alto nivel con los hombres, salvo las honrosas excepciones de las Polgar) o de hablar claramente de unas diferencias que nadie, ni yo, está dispuesto a señalar con el dedo.

Entre tanto y no, la Federación Femenina de Ajedrez sigue siendo una especie de secreto. Algo que existe, pero de lo que es mejor no hablar. Por el bien de la candidez, de la inocencia, de la ingenuidad... y de la integridad física.