Luego, como todas las imitaciones, ese flamante producto de la autoestima mal entendida lleva el amado distintivo más grande de lo que cabalmente correspondería, y se bate por lo queno entiende, y se suma aquien le sustrajo, y alza la nariz con el gesto que aprendió mientras pisaba boñigas sin saber que para alzar la nariz hay muchos gestos distintos, para nada, nunca equiparables.
Y es ahí donde se pierde, entre las sonrisas malévolas de los que lo conocen y el extrañado estupor de quienes no saben lo que es ni lo que fue pero, como dos chinos que contemplasen un cristo con dos pistolas al cinto, notan que algo no encaja.
Porque lo notan.
¿Tú crees que eso de la "conciencia de clase" sigue en vigor? A mí me parece que no. Ahora lo que hay es conciencia de masa, un esfuerzo evidente por fundirse en un magma sin que se noten otras cosas. Y precisamente por eso molesta la identificación, la segregación, la especificidad de la cosa; todo lo que, en definitiva, nos saca de ese anonimato cálido en que podemos transitar a nuestras anchas -hacerlas pardas, o sea- sin que se note. Besos, paisano.
ResponderEliminarPuede que tengas razón y que el concepoto marcxista haya desaparcido, pero creo que aún persiste el miedo a mirar los propios orígenes y ver que a veces vamos cuesta abajo.
ResponderEliminarVer que lepadre pasó de la clase bajaa la media y nosotros estamos recorriendo el camino inverso sin darnos cuenta siquiera.
ESto es sólo una prueba para ver si me aclaro como funciona este elemento diabólico.
ResponderEliminarPerdón por la interrupción.
funciona, amigo satanas. Funciona.
ResponderEliminarte enlazo ya msimo.
saluuuuuuuuud