Quizás uno de los errores más frecuentes, y de más pesadas consecuencias, sea confundir la sociedad con la asociación. La sociedad es anterior al socio, y sus normas preexistentes a la voluntad de este de convertirse en miembro.
La asociación, en cambio, es una alianza o suma de fuerzas para la consecución de un fin común; y los que en ella se implican, fijan sus aportaciones y sus limitaciones.
La asociación, en cambio, es una alianza o suma de fuerzas para la consecución de un fin común; y los que en ella se implican, fijan sus aportaciones y sus limitaciones.
Como puede existir la sociedad sin que se verifique asociación alguna, resulta obvio que ambas entidades no son equivalentes. Y siendo obligatoria la primera y voluntaria la segunda , podemos afirmar que no sólo no se equivalen, sino que son contrarias.
De cómo dejar de pertenecer a una asociación les hablan los estatutos de la asociación en concreto; se cómo dejar de pertenecer a la sociedad, les habla el maestro armero.
Pero no se crean nunca aquello de que la sociedad es un convenio entre muchos. Un contrato.
Eso, menos que nada.
Sin duda Rousseau fue el "pensador" más nefasto que haya existido, y además el más estomagante.
ResponderEliminarY además, para ser solidario, llevaba a sus hijos a la inclusa nada más nacer.
ResponderEliminarUn tío genial del todo, vaya
¿La sociedad un contrato? Qué más quisiéramos, para poder rescindirlo inmediatamente... Besos.
ResponderEliminarEso decía yo, Ana
ResponderEliminarEso decía.
:-)