Consentirlo todo es como devaluarlo todo, porque en un mercado donde cualquier cosa valiera como moneda nadie vendería su mercancía.
Eso creo y a veces así trato de aplicarlo, desde mi humilde covacha.
¿Me explico?
Creo que el deber de todo el que ame la cultura y el arte es oponerse a lo nuevo aunque sólo sea por el mero hecho de ser nuevo. Creo que la figura del rancio, carca, reaccionario y apolillado es absolutamente necesaria para que las novedades tengan que pasar al menos un filtro, o una barrera. Las nuevas ideas y las nuevas tendencias deben encontrarse con un muro en el que probar su fuerza, y si son lo bastante pujantes para llevarme por delante, yo seré el primero en alegrarme de mi derrota. Pero si son enclenques, enfermizas o sin sustancia, que se estrellen y desaparezcan. Por eso me gusta oponerme a lo nuevo: para que me aplaste si vale la pena o se desintegre si no.
Lo contrario es abrir la puerta de casa a las moscas de la calle.
Me temo.
5 comentarios:
Expresé mi acuerdo con tu teoría en la bitácora de Javi Llamazares...
Te dejo un beso de Reyes.
Tus besos son siempre regios.
:-)))
Igualmente, moza
Muasssssss
Tu respuesta en la bitácora del Llamazares... un poco sadomaso, ¿no? :-D
Beso gordo aunque ya descoronado.
Menos cuento y menos teorizar; lo que pasa es que tu eres como Quincy Adams Wagstaff, todo el día entonando el "I'm against it"...
tampoco jorobemos. :-))
Lo que me pasa es que nací para rebelde y la rebeldía me adelantó, así que por eso, para seguir siendo rebelde, tuve que hacerme reaccionario.
o eso o desaparecer
saluuuuuuud
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