O a lo peor, borracho. Nunca se sabe, pero toda coartada es buena.
El caso es que veo mucha gente que se queja de injusticias, pero siempre me acabo preguntando qué manejan en su interior todas esas personas.
Por mi parte, aprovechando que algunos me conocen por esta casa, que nunca deja ser la mía, o así la veo, tengo claro que lo primero para concursar es saber qué demonios quiere uno.
Y no juzgo a nadie. No me metería cajero de banco, como para meterme a juez...
¿Queréis dinero?
Bien está. Yo también lo he querido. También yo he querido cambiar de tele, o pasear a la novia, o pagar el alquiler.
En ese caso, los concursos están bien, pero os advierto que la rentabilidad de ensobrar mierda para campañas publicitarias es un 500% superior, considerada en horas, a la que puede rendir la literatura. Siempre hay algún cabrón (como yo) al que le suena la flauta de Bartolo como le pudo sonar el harpa de Terpsícore, pero no es lo normal, y aún así, si me tarifico por horas, cobro menos que una señora de la limpieza.
Creedme: es mejor aprender a limpiar baños, cuidar viejos o atender niños que a escribir novelas. Por horas, sale más rentable. También después de ganar el Azorín y varios más. Os lo juro.
¿Queréis expresaros? Pues vale más la pena meterse en un círculo de un partido político cantamañanas donde se da voz a todo el mundo y voto a nadie. Expresarse es lo que hacen los majaras con un gorro de papel aluminio, subidos a una caja de cervezas, en una feria cualquiera.
Ah, que lo vuestro es la expresión artística. Bueno, pues eso mismo, pero con atrezzo, y ya os podéis llamar performance. Venga ya, no me jodáis...
¿Lo que queráis es comunicaros? Pues compraos un móvil y dad de alta quinientos perfiles en Facebook. ¿No os dais cuenta de que expresarse lo hacen hoy hasta las ciberbacterias? ¿De veras hay alguien que crea que la literatura tiene un fin social más allá del catecismo, la propaganda o las instrucciones de las sopas Maggy?
¿Entonces que es lo que queréis? ¿Fama? ¿Tenéis a mano las tetas de alguna famosa o podéis contar como aúlla durante el orgasmo algún lateral derecho de la Liga de Fútbol? Si la respuesta es afirmativa, no lo dudéis: ese es el camino. Si la respuesta es no, buscad cualquier otra cosa. Denunciad a vuestro párroco por miraros el culo, o lo que sea, pero la literatura no vale la pena. Los escritores sólo somos famosos en apariencia: nunca en realidad. ¿Cómo iba a ser de otro modo en un país donde nadie lee, los que leen no entienden una mierda y los que entienden lo olvidan todo a los diez minutos?
Sólo hay una razón válida para escribir, queridos capullos: que os guste, que os entusiasme, que os apasione.
Sin fama, sin dinero, sin concursos, sin un puto lector que os ría las gracias.
Sólo eso.
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