Los sondeos son un fenómeno nuevo y de veras importante, no tanto por su capacidad para prever los resultados futuros como por su poder para modificarlos. De ahí el interés que todos los grupos que se quieren de poder o de presión conceden a esta herramienta.
Descubierta de pronto la obviedad de que la mayoría de los seres humanos quieren estar con la mayoría, redundancia que no evito por esclarecedora, resulta que el conocimiento de dónde está la opinión general no hace más que engrosar las filas de los muchos en detrimento de los pocos.
Así, un sondeo que afirme que el sesenta por ciento de la población cree que es elegante tener una mosca como mascota dispara inmediatamente la venta de moscas, no porque sea verdad, sino porque el sondeo, la afirmación de lo que piensa la mayoría, hace que la verdad se cree a sí misma.
El efecto arrastre que la opinión ajena tiene sobre el juicio particular es tan grande, que vale más la pena invertir cuantos recursos sea posible en convencer a alguien de que los demás lo tienen claro que en cambiar su propio y particular criterio. De ese modo son los demás, incluso los que no existen, los que gobierna nuestras vidas.
Descubierta de pronto la obviedad de que la mayoría de los seres humanos quieren estar con la mayoría, redundancia que no evito por esclarecedora, resulta que el conocimiento de dónde está la opinión general no hace más que engrosar las filas de los muchos en detrimento de los pocos.
Así, un sondeo que afirme que el sesenta por ciento de la población cree que es elegante tener una mosca como mascota dispara inmediatamente la venta de moscas, no porque sea verdad, sino porque el sondeo, la afirmación de lo que piensa la mayoría, hace que la verdad se cree a sí misma.
El efecto arrastre que la opinión ajena tiene sobre el juicio particular es tan grande, que vale más la pena invertir cuantos recursos sea posible en convencer a alguien de que los demás lo tienen claro que en cambiar su propio y particular criterio. De ese modo son los demás, incluso los que no existen, los que gobierna nuestras vidas.
10 comentarios:
Hola!! me encanto tu posteo, es re cierto lo que dices...
encontre tu blog en un momento de ocio jej me gusta mucho...
bueno te cuidas
chaito!!
Y qué razó tienes. Esto, tú lo sabrás bien, se ve en los jurados literarios, más si son de provincias: todos quieren estar con el "presi", que en general tiene más relumbrón que el resto; todos quieren opinar lo mismo, que es lo mismo que opina el presi. Es muy gracioso. La gente que siempre quiere estar donde está la mayoría no ha leído aquella gran verdad de Nietzsche (por otra parte un apestado): "allí donde se arremolinan las masas siempre huele mal".
By the way, ya empecé el Filip Latinovicz. Te contaré. Besos.
No sólo esas estadísticas, también las noticias del telediario sobre seguridad privada, los beneficios del melón o de las gafas de sol para la salud, vienen dadas por gabinetes de prensa de las empresas interesadas.
Pocas palabras hay más chantajistas que "prestigio", parece como si bloqueara nuestra voluntad y nos convirtiera en peleles.
Sí,"Ornamento y delito" es la biblia de la modernidad.
Recuperemos a Adolf Loos.
Gracias Camila. Nos vemos
Esto, Ana, es un poco como aquel refrán americano de "ser diferente es indecente"
Y es que el deseo de pertenecer pesa mucho. Y a qué se pertenece es lo de menos.
Creo.
El problema, amigo Vilos, es que el presttigio, como el arte, es un concepto devaluado al que se le ha introducido la adulteración del subjetivismo.
Y ahora prestigio lo tiene alguien por encamarse con según quién.
¿O no recuerdas a quiénes eligieron para la campaña del referenduum por la constitución europea?
Gente de prestigio, por supuesto. Ja.
Voy a buscar a ese Adolf Loos, porque me has pillado en fuera de juego.
gracias.
Difícil encontrar el Ornamento y Delito. Que yo sepa, sólo en librería de viejo. Un buen rapapolvo para Klimt por parte del arquitecto que adoraba a Georg Trakl...
Besos.
Caramba, con qué gente trato.
Me habéis planchado.
:-)
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