El gusto por lo antiguo


El gusto por lo antiguo, por los modos y objetos de otros tiempos refleja, creo yo, una profunda disconformidad con las formas, no solo estéticas, de la época presente.

El amor por el polvo, el regusto por el acre olor de la madera vieja o la admiración del gótico, no son sino expresiones de repugnancia por el plástico, el nylon, las obras de Le Corbusier y sus secuaces, corolarios todos de un mundo donde el hombre siente el malestar producto de haberse apartado de la naturaleza, o de sí mismo, o simplemente de nada, desleído en el marasmo de su abundancia demográfica.

Acaso esos modismos trasnochados y esos objetos caducos sean sólo fetiches supervivientes de las enfermedades que hoy ya no son incurables, de la porquería que no corre por las calles y del hambre que no pasamos.

Y los amamos por supervivientes, no por viejos.

O los amamos porque sí, porque nos tememos que nadie podrá dedicar ése cariño en el futuro a nuestras mesas de formica, ni rezar a los santos de cartón piedra que se hielan en las iglesias escuálidas donde Cristo se niega a encarnarse en pan industrial y vino de cooperativa.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Disiento. El gótico significó, en su tiempo, un cambio tan radical en la manera de ver el mundo y su arquitectura (sobre todo con su predecesor románico) como el que los modernistas como Le Corbusier o Wright supusieron a principios y mediados de este siglo.

La piedra es pasado. Construir en el presente con los medios del pasado no es nostalgia, es insensatez. ¿Escribe usted con tablilla de cera, ahora que puede usar un ordenador?

El gusto por lo antiguo es, ni más ni menos, miedo.

Filisteum dijo...

Completamente de acuerdo, amigo anónimo.

Trataba de describir esa manía por lo antiguo, tan presente en algunas personas y ambientes.

Y gracias pro su colaboración. A ver si en otra ocasión podemos discutir algo desde puntos enfrentados, o diferentes.

Anónimo dijo...

¿Por qué el gusto por lo antiguo tiene que excluir la vivencia de lo nuevo? ¿Quién -en su juicio- pretendería construir el presente con medios del pasado? ¿Por qué tenemos que ser siempre tan maniqueos y etiquetar esto como bueno y aquello como desdeñable? ¿Por qué para admirar una catedral tenemos que cargar con la peste bubónica? ¿Por qué nos cuesta tanto convivir?

Filisteum dijo...

Yo creo, Ana, que a veces hay algo de antagónico en las ideas, o en las estéticas, que no se enfreentan en el mundo pero sí en la mente, como turando cada cual de su lado de la cuerrtda.

Y los que se enfrentan son los que mantienen el equilibrio, porque si no, el mundo volcaría.

creo.

besos